Campillo del Mundo Nuevo

TUTILIMUNDI O MUNDONUEVO, TODOS LOS SECRETOS A LOS OJOS DEL PUEBLO

Esta era la idea para mostrar los secretos a todo el mundo. Una gran atracción desde el siglo XVII y un precedente de la cinematografía a partir del invento de la linterna mágica. Este sorprendente artefacto creaba una ilusión de movimiento que, partiendo de acuarelas o grabados instalados en cajones ópticos, llegó a convertirse en un divertido juguete con figuras movidas con mecanismos de relojería.
Grabados de la época representan a personajes observando el espectáculo, como el famoso de Goya conservado en el Museo de San Petersburgo Mirar lo que no ven o el de la Hispanic Society, en el que unos miran el teatro y otros contemplan a los que lo miran buscando otros interesantes agujeros.

El propio Mesonero Romanos componía estos versos

Al titirimundi ansiosos
Corren al ver un portento
Porque los lentes de aumento
Les parecen milagrosos

Estas grandes cajas eran llevadas a cuestas por las plazas en un ambiente festivo por una red de buhoneros o vendedores ambulantes que portaban objetos exóticos en un carro a veces tirados por burros.
Parece ser que se almacenaban dichos aparatos en el descampado conocido hoy como Campillo del Mundo Nuevo, Mundillo o plaza de los cromos, espacio limítrofe del Rastro situado en la Ronda de Toledo, entre Embajadores y la Puerta de Toledo, que en su origen quedó al descubierto por un corrimiento de tierras. Benito Pérez Galdós lo menciona en Fortunata y Jacinta cuando habla de una explanada que era el sitio más desamparado y feo del globo terráqueo, aunque enmarcado por la fábrica del gas, de la cual queda su imponente chimenea, y la soberbia arquitectura de la Puerta de Toledo, obra de López Aguado. No deja de ser curioso que un siglo después otro tipo de imágenes, cromos, coleccionables de fútbol, etc. llenen la plaza con la alegría de padres y pequeños buscando los últimos tesoros.

Esta plaza comenzó a urbanizarse y ornamentarse desde principios del siglo XX. Dos de las cuatro fuentes de las Delicias, obras de finales del siglo XVIII, se instalaron en la cabecera del Rastro (Plaza de Salmerón, hoy llamada de Cascorro) y en el Campillo del Mundo Nuevo. Una de ellas fue instalada en el Parque de Eva Duarte en Manuel Becerra. La de nuestra plaza fue regalada por el Ayuntamiento de Madrid a la localidad chilena de La Serena en 1952.

También se emplazó el grupo escultórico que presidia la hornacina de La Equitativa, entre la calle de Alcalá y la vía ancha de Peligros, titulada “La Protección”. Esta obra fue donada por dicha entidad al Ayuntamiento de Madrid en 1920 y colocada en la plaza. Fue atribuida erróneamente a A. Knipp, si bien se puede asegurar que el diseño preliminar fue
realizado por Ward y ejecutada por Viktor Tilgner, realizándose réplicas en bronce para las sedes de otras ciudades como Viena o Sidney. Hoy podríamos titularla simplemente “La protección a la infancia”, como un homenaje a la puericultura o pediatría y justamente por su ubicación frente al edificio del nº 3 del Campillo, que era la institución municipal de puericultura a cargo del ayuntamiento, hoy ocupado por oficinas administrativas de la Dirección General de la Policía. Durante un tiempo fue retirada por la construcción del aparcamiento subterráneo.

El otro lateral de la plaza, en cuyo terreno anteriormente se asentaba el Antiguo Matadero, lo ocupa la estructura racionalista del Mercado Central de Pescados y Mariscos de Puerta de Toledo, antigua lonja y hoy sede de la Universidad Carlos III, obra magistral de Francisco Javier Ferrero, autor también del viaducto, y rehabilitado por Ricardo Aroca.

Artículos relacionados


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »