Era típico, desde el siglo XVI, para los madrileños pasar la tarde en el césped de la Pradera bebiendo agua en los manantiales próximos. Desde nuestra asociación, Nuevo Rastro Madrid, tenemos el gusto de presentaros en exclusiva la restauración de un romance de ciegos, del siglo XIX, donde se reproducen viñetas de la famosa romería que tenía lugar en torno a la ermita.
El motivo principal de la fiesta era acudir con un recipiente a recoger agua a su manantial, que por sus pro piedades curativas era muy apreciada ya desde el siglo XII y que, según la leyenda, san Isidro la había hecho brotar, y la gente acudía para llevar a sus casas por sus supuestas propiedades medicinales. El propio emperador Carlos V y su hijo, el futuro Felipe II, se recuperaron de sus dolencias después de degustar tan preciado líquido. Los botijos llenaban el espacio para poder portarlos luego como recuerdo a las casas de los romeros, siendo los más vendidos los coloraos de Alcorcón (“eres más tonto que un puchero de Alcorcón”, porque tenían tres asas) o los amarillos de Ocaña.
